lunes, 9 de junio de 2008

Salgo del hotel temprano, a las 6:45. En la puerta me espera un mastodonte de metro ochenta y cinco que debe rozar los sesenta. Aqui, como dije, esta hecho todo a lo grande, asi que imagino que puestas a parir, las madres tambien paren a lo grande. El hombre es el conductor de la furgoneta que nos lleva - a mi y a una pareja de alemanes - al rancho. Es el americano de todas las peliculas: grande, gordo, con gafas de poli y camisa a cuadros. Imposible que se calle. Al principio cae simpatico, pero tras seis horas de interminable monologo, consigue dormir a la alemana, aburrir al aleman y cabrearme a mi. Pero valio la pena. Durante todo el trayecto por unas carreteras casi desiertas y secundarias, el paisaje estremecia. Es la primera vez que veo montanas tan elevadas y rios tan caudalosos. Muchas montanas son escarpadas y suben casi en absoluta verticalidad hasta el cielo. Parecen paredes de maciza roca negra que tapian gran parte del recorrido por carretera. El conductor sigue con su chachara. Quiza a mi se me haga mas insoportable porque no entiendo casi nada. Verdaderamente es necesario ir a un pais anglosajon para darte cuenta de que tu ingles es una autentica basura. Pero aun asi puedo ir pillando algo de lo que suelta su descontrolada boca: Aqui vi un lobo el ano pasado, justo al lado de este rio. Alli me cruce con un oso hace ano y medio. En aquella cuerva vi a un oso con un salmon en la boca. Asi se paso largo rato al ver que el tema de animales salvajes nos separaba los parpados.
La excursion duro seis horas. Y Chilcotin estaba en uno de los enclaves mas salvajes del lugar ya de por si salvaje.

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