lunes, 2 de junio de 2008

Adiós, realidad.

Sigue la cuenta atrás. Día dos de junio, restan dos días para el despegue. Por fin me despido de La Caixa y me voy al Atlántico. No, no piensen mal, no crean que me traslado de banco, semejante idea luciferina sólo se le ocurre a un loco o a un ser con el alma entumecida. Vade retro. Me voy a cruzar el charco, como se dice. A tierras lejanas e inhóspitas, allá donde no huela a funcionario ni a corbata de ocho a tres. Me voy a Canadá, a la Columbia británica, lugar con la misma extensión que España pero con una considerable diferencia en cuento al número de cabezas de ganado: allí son sólo cuatro millones de habitantes. ¿Se imaginan? Buen lugar para perderse para los que pensamos, como Sartre, que el infierno son los demás. Me he pasado más de dos meses en un trabajo en el que no abundaba el diálogo con mis compañeros, un trabajo repetitivo y monótono pero que al parecer todo el mundo desea, un trabajo en el que pagan bien y básicamente lo único que haces durante todo el días es meter y sacar, meter y sacar. No, no vuelvan a pensar mal, no estoy en ese tipo de negocio… Trabajo en un banco, y meter y sacar dinero en una máquina es mi oficio, ríanse de Sísifo…
Se acabaron los malos olores de los clientes que vienen sin ducharse desde hace días, se acabaron los malos humores de mis compañeros de galera, se acabó la monotonía y se acabó mi homenaje personal a El Día de la Marmota.
Por fin América. Por algo la llamarían la tierra de la libertad. No sé la de otros, pero la mía, sin duda, lo es. El Gran Norte, bien lejos de casi todo excepto de lo esencial: el silencio, el bosque y el aire puro. Tan lejos como Chilcotin, mi Ponderosa particular. Tan perdido que nadie sabría situarlo en un mapa a pesar de ser unas enormes montañas con nieves casi perpetuas. Chilcotin no aparece entre las preguntas del Tribial, ni es un sitio estratégico en el Risk. Me parece un lugar casi imaginario, irreal, de esos por los que sólo se llega cayendo hasta el fondo de la madriguera de un conejo que habla. Adiós, realidad.

3 comentarios:

Edu dijo...

Aquí estoy, dándole a la tecla y cuando acabe de darle a las 2volveré a las 4 para volverle a dar la tecla. Es el mito de Sísifo de nuestros días pero con el deseo explícito del castigado. Sarna con gusto no pica. Eso sí, es martes y ya queda menos para el fin de semana. Entonces, cuando llegue el viernes, la cuchilla de la guillotina volverá a subir a lo más alto cuando den las 3 de la tarde, para ir bajando lenta y progresivamente durante el fin de semana hasta cortar de raíz el espejismo de dos días de paz espiritual. Así, el domingo a medianoche, cual Cenicienta, volveré a perder mi zapato y no lo recuperaré hasta el siguiente viernes. Eterno retorno o retorno eterno.
Bien: después de este ejercicio de empatía luisiana, le deseo un feliz viaje en su nueva andadura personal; espero que si tuviera algún momento de debilidad por la soledad, la dureza del trabajo o cualquier otro infortunio que pudiera acaecer, esta pequeña historieta le de fuerzas para no regresar pues ya sabe lo que le espera en una urbe como Barcelona donde además se dan subvenciones de 100.000 € para publicar semanarios gratuitos en Aranés y no es broma: http://www.libertaddigital.com/noticias/kw/diario_segre/federico_jimenez_losantos/jimenez_losantos/subvenciones/kw/noticia_1276331787.html

Sin más recuerde que aunque las pase canutas, Barcelona es como Medusa. Muy vanguardista, muy cosmopolita, muy modernista...pero si está en Chilkotin mírela de reojo, con cierta indiferencia, porque si la mira fijamente a los ojos corre el riesgo de convertirse de nuevo en Piedra.

Edu dijo...

http://www.libertaddigital.com/
noticias/kw/diario_segre/
federico_jimenez_losantos/
jimenez_losantos/subvenciones/kw/
noticia_1276331787.html

Leah Ashe dijo...

Bueno, Luis! Ya estoy esperando la proxima cronica. Pero menos enfasis en mear, no ;) !!!