viernes, 27 de junio de 2008

Las chicas son guerreras.

Ultimos dias entre la gente de las aguas azules, que es lo que, en el idioma de los nativos de estas tierras, significa Chilcotin. Me voy para no volver, como diria el cuervo de Poe, nunca mas. Me llevo un buen recuerdo, pocas fotos y una buena ristra de nuevas experiencias. Con eso basta. Oigo a la rutina afilar su guadanha, asi que es hora de hacer la mochila y largarse a otra parte, sin hacer planes.
Pero hoy no voy a hablar de mi ni de mis experiencias. Si el otro dia le toco el turno a ellos, hoy hare lo propio con ellas. Aunque la distincion entre ellos y ellas, aqui, en Chilcotin, es puramente linguistica, simplemente genital, mero artificio.

A la primera que voy a sacar a la palestra es a Mika, la alemana boxeadora. Mika: teutona de mi estatura, cuello como mi muslo, brazos duros y compactos, espalda de nadador, nalgas de acero y cintura sin grasa. Maneja un ingles tosco y, cuando supo mi nacionalidad, me regalo las unicas palabras que sabe en espanhol: Quiero una cerveza grande, por favor. Oh, great! the survival kit, le dije yo. Lo que me llamo la atencion fue el adjetivo: grande. Le pregunte si hacia algun deporte. Boxeo y correr, me dijo. Cuando tiene un ratito se pone a hacer flexiones, y por las tardes se va a correr con un cigarrillo en la boca. Ojos azules y pelo rubio, de barbilla prominente y partida en dos, como la de John Wayne. Si le calzas unas botas de cuero, un sujetador de laton y le das una espada, tenemos a la clasica superheroina de tebeo, o a una especie de Xena, la princesa guerrera de la tele. Mika tiene veintitres anhos. En Alemania trabajaba en una oficina, dandole a la tecla, hasta que su karma, su dharma, su naturaleza y su fuerza bruta se reunieron en secreto un dia para poner fin a tan danhino oficio. Asi que utilizo al maligno por ultima vez y para provecho propio y escribio en Google: ranch Canada. Y el triunfo de la voluntad la llevo hasta aqui, despues de haber pasado por otros ranchos.

Esta abeja reina alimentada con testostorena cabalga como una amazona, y quita y pone la silla al caballo - que pesa mas de veinte kilos - como si fuera un husar del ejercito prusiano.
El otro dia me pillo viendo una pelicula sobre un prisionero americano en un Gulag siberiano de la Rusia comunista. Una de las pocas peliculas que sobrevivio a mi donoso escrutinio.

- Que ves? - me pregunta sentandose en el sofa, a mi lado, recien duchada.
- Gulag. - le respondo. Minuto de silencio.
- Es sobre un campo de concentracion comunista, en la epoca de Stalin, en la Union Sovietica. - le explico. Minuto de silencio.
- Ah...Hmmm...- Minuto de silencio.
Se queda dormida, con la gorra puesta y la boca abierta. Yo me la quedo mirando un rato. Lo cierto es que es una chica muy guapa.

Gracias, Mika, ya puedes retirarte. Dile a la siguiente que suba a la palestra.

Desconozco su nombre. Solo se que es pelirroja, y que por eso la llaman Red. Veintilargos, de robusta complexion, cara escandinava y natural de Canada. Red es, simple y llanamente, un hombre en cuerpo de mujer. No hay indicios de feminidad en ninguno de sus actos, expresiones o aficiones. Red es una marimacho andariega y asilvestrada con modales de ganhan. Trabaja aqui ensenhando a montar a caballo y como guia de exursiones a caballo entre otras cosas. Con su eterno sombrero de cowboy, su camisa a cuadros, sus guantes de cuero gastados, sus vaqueros sucios de montar y sus botas acabadas en punta, camina por el rancho borrando con sus caderas cualquier rastro de mujer.
Compite con Stu en ingesta masiva de cafe, pero este le gana con sus seis tazas de cafe solo diarias. Tambien parece que compite con el en decir palabrotas. Pero me temo que en esta disciplina Stu tendra que conformarse con la medalla de plata.

Un dia escuche una conversacion en la mesa.
- Donde has estado estos cuatro dias que has tenido libres, Red? - pregunta una australiana que tenemos por aqui.
- He estado con mi novio, en Vancouver. - responde Red, con esa energia y velocidad que le caracterizan.
- Ah! Tom, hace mucho que no le veo, como esta?

El resto no importa. A mi lo que me dejo pasmado es que esa tia fuese heterosexual, porque yo estaba convencido de lo contrario. Sere un machista cargado de prejuicios? Sera que la igualdad significa irremediablemente masculinizarse? No lo se. En aquel momento lo unico que me ocupaba la mente era ese tal Tom. Pagaria por conocer a Tom. Me encantaria saber que clase de hombre se atreve a montar a semejante yegua. Oh! menudo ejemplo de marcialidad y arrojo para nuestra ministra de defensa...

En fin, me falta hablar de Tamara; la salvaje de Toronto. Me falta hablar de Claire, la neozelandesa con tres tatuajes enormes en hombro y espalda, y que lleva un cinturon que simula una tira de balas. Podria pasar horas hablando de Liz; la vaquera que martillea las pezunhas de los caballos para clavarles las herraduras. Pero todo esto seria demasiado largo, y correria el riesgo de que alguien pensara que exagero. Estas mujeres son mujeres de accion, asi que basta de palabreria. Me voy a dar una vuelta con Mika. Ella corriendo y yo en bici.

lunes, 23 de junio de 2008

Ahora hablare de ellos.

Tras el aluvion de peticiones recibidas de mis sufridos lectores instandome a que hable de los personajes que conforman el pesebre que tenemos aqui montado, me dispongo en estas lineas a cumplir la voluntad de tan ilustre y nutrido publico. Y dejenme hacerlo tomando como hilo conductor la historia de un oso que, al olor de la nouvelle cousine que aqui se estila, se metio en el rancho para comerse nuestro desayuno del dia anterior.

- Un oso, un oso!- gritaba la polaca (P-23) acercandose al comedor. Alli estabamos todos empezando un plato de espaguetis.
- Donde?- gritamos todos al unisono.
- En el contendor de las basuras. Iba yo para alla a tirar una bolsa, distraida, y me lo encuentro a diez metros de mi, mirandome con una tostada en la boca.
No termino la frase y ya estaba todo el personal corriendo por el jardin en direccion a las basuras. Unos se fueron a las tiendas a coger la camara de fotos, volvieron, y se atrincheraron tras una de las defensas de troncos para ver y no ser vistos por el oso.
- Si, si, lo veo! - grito uno. Alli estaba el oso, rodeado de bolsas de basura rotas por sus garras, ocultandose como podia tras la puertecita del contenedor de madera, ahora hecha trizas.
Y alli estabamos todos. Con la boca llena de tomate y los objetivos en el ojo, al acecho de la mejor foto, como un grupo de paparazzis en la puerta de la Obregon.
El oso nos miraba de vez en cuando, como calculando el peligro que ese grupito de vouyeurs podia representar para el. Pero seguia con su festin, comiendo con sus dos patas delanteras y sentado en el suelo, como un senor.

En esas que llega Flo, un aleman pelirrojo hasta las pestanas que siempre va disfrazado de cowboy. Flo dificilmente habla, y su cara no ha conocido expresion alguna. Es dificil saber que piensa Flo cuando te mira con esos ojos de azul intenso rodeados de pelo rojo y pecas que no albergan mas sensacion que la de frio eterno.
Flo vino a Canada para trabajar aqui, en el rancho. Desempena diversos trabajos. Fue mi chef cuando yo era su pinche, fue el quien me enseno a ensillar al caballo, el que me enseno a vadear los rios montado a caballo, etc. A P-23 no le cae muy bien Flo. Yo le dije: "Hey, History is history" y ella se rio, pero no es por eso. Es porque su silencio y su rostro no expresan nada, y por tanto, se dan a multiples interpretaciones. Flo es como un espejo de tus pensamientos; refleja lo que tu le anadas a su inescrutable rostro.

Pues eso, que Flo llego cargando un rifle, y se dirigia hacia donde estaba el oso. Le acompanaba otro ilustre caballero, tambien con su rifle y con un paso mas desenvuelto y decidido. Era Stuard, el cazador.
A Stu no se le puede describir asi como asi, hay que verlo. Ronda los cuarenta, metro ochenta y cinco o quiza mas, jamas lo veran sonreir. Lleva un bigote en forma de herradura que cae por ambos lados de la boca hasta la barbilla, de color rubio pelirrojo.
Stu si tiene expresion en sus ojos y en su rostro; expresa psicopatia. Un ojo azul cielo gelido y profundo, una cara de depredador; huesuda, de barbilla prominente, de piel seca, blanca e inequivocamente rural. Stu es empleado del rancho. Desconozco cual es exactamente su ocupacion, pero parece que su especialidad en hacer de guia a los grupos de cazadores que aqui vienen. Lleva una gorra roida y ronosa desde que se levanta hasta que se acuesta. No se la quita ni en la mesa. Divorciado, con dos gemelos bivitelinos de nueve anos. En su tiempo libre les ensena a cazar osos y, cuando no hay nada que cazar, con la poquita gracia que Dios le dio, intenta algun acercamiento infructuoso hacia la filipina. Ella se escabulle como puede, como los osos cuando huelen a Stu.

Cuando oimos esas historias sobre un americano que entra en un supermercado con una recortada y mata a todo el que se le pone por delante, todos imaginamos exactamente a un tipo como Stu, no puede ser otro. Stu es el marine loco, el veterano que cuenta historias sobre Vietman, el coleccionista de piel humana y ropa interior femenina, el enterrador de ninos desaparecidos, el vaquero solitario que tiene un bunquer en su casa para cuando estalle la guerra nuclear. Stu encaja en todos estos perfiles.
Pero eso es solo su apariencia. A todos nos cae bien Stu. Basta unos minutos de conversacion con el para darse cuenta de que detras de su semblante asesino, se esconde simplemente un hombre timido y de escasas habilidades sociales, rudo y falto de refinamientos y aderezos. Y nada mas.

A lo que ibamos. Los dos personajes del western que aqui les presento, acercan su iris azulado al objetivo de sus rifles, cada vez mas cerca del oso. Bum, bum! El primero en disparar es Stu. Masculla su habitual adjetivo varias veces: fucking...fucking...fucking..Su intencion es asustarlo disparando cerca. No puede matarlo, esta prohibido dentro del rancho. Flo camina en la retaguardia, intentando emular el temple de su companero. Bum, bum! dice el rifle de Flo mientras el oso ya se aleja de las basuras. El oso salta una defensa y se mete donde pastan los caballos. El grupo de paparazzis le sigue al trote cochinero y se coloca en otra valla. Los caballos, al ver al oso cruzar su territorio, se agrupan todos formando un circulo compacto, mirando al animal. Stu salta la valla y corre hacia el centro del campo. El cowboy disfrazado le sigue, a pocos metros de distancia. Los paparzzis gritan animando a Stu. Flo sigue adelantandose por la derecha. Stu vuelve a cargar su rifle. El oso corre hacia la siguiente defensa, cada vez mas rapido. Stu vuelve a disparar, primero cerca de la valla que el oso pretende saltar, despues al cielo. El oso salta la valla y deja el area del rancho. De un salto se pierde entre la espesura del boque. Fucking...shit...fuck! El aire con olor a polvora trea consigo estas maldiciones de Stu. El cowboy de atrezzo hace lo propio en su lengua.
Al poco, los animos se calman. El peligro se aleja y ya nadie ve al oso.

- What happen?- dice una alemana que al oir los tiros salio de su tienda sin haberse enterado de nada.
- Bear. - dice Stu con su rifle en el hombro y sin mirarla a la cara.

Despues, el y Flo se marchan camino abajo, dirigiendose al campamento base, perdiendo sus siluetas en la lejania, en aquel polvoriento y soleado camino del oeste americano.


THE END

viernes, 20 de junio de 2008

Recuerdos de nuestra vieja Europa.

Llegaron en una furgoneta de cristales tintados. La misma que, semanas antes, me habia traido a mi a este lugar. El hombre corpulento y hablador fue el primero en salir. Llevaba una camisa verde con el simbolo nacional bordado en rojo en el brazo derecho. Aquel poderoso brazo abrio la puerta trasera de la furgoneta bruscamente. El interior permanecia en penumbra, solo podia apreciarse dos siluetas; una masculina y la otra femenina. Salieron de la furgoneta con las caras fatigadas, con ojos sonolientos tras seis horas de viaje. Tanto el hombre como la mujer eran altos, delgados y con evidentes rasgos eslavos. Dos dias antes nos habian avisado de la llegada de una pareja de polacos. Eran el numero 22 y 23 de trabajadores voluntarios que llegaban desde que yo estaba aqui. Dos alemanes les esperaban en medio del camino, que se habia convertido en un barrizal por la intensa lluvia caida el dia anterior. Los germanos, rigidos en su ademan y frios en su bienvenida, les ordenaros que dejasen sus pertenencias en el suelo y que les acompanaran. Los trabajadores 22 y 23 (en adelante P-22 y P-23), fueron conducidos hasta el despacho del jefe. Alli pasaron unos veinteminutos, respondiendo a preguntas de todo tipo. Al salir del despacho, los alemanes los llevaron a los barracones donde dormimos. Les fueron asignada una tienda para los dos, la unica que restaba vacia desde hacia tres dias. En el suelo se encontraron dos colchones; uno a cada lado de la tienda, y una silla de hierro oxidada y coja como unico mobiliario. La tienda estaba hecha de una lona impermeable de color verde militar, y el suelo de madera se alzabados dos palmos de la tierra por unos troncos de abeto carcomidos. Alli, sin luz, sin ventanas y sin agua corriente, comenzaron a desempaquetar las pocas cosas que traian consigo.
No tardaron en asignarles trabajos en el campo. Pidieron trabajar juntos, pero se les fue denegado. El riguroso plan de trabajo les habia dado trabajos en diferentes campos. P-22 fue enviado al granero, donde estaban las sillas de montar. Pude verle alli de pie, quieto y en silencio, tratando de descrifrar las instrucciones que el aleman le daba en ingles. El cielo estaba gris y hacia viento, y la bandera, izada en el mastil que coronaba la parte mas alta del granero, ondeaba con furia sus colores rojo y blanco sobre el fondo negro del tejado.
A P-23 se la llevaron a los campos donde pastaban los caballos. Su trabajo consistia en reparar la defensa de madera que separaba unos campos de otros.

Volvi a ver a P-22 y P-23 justos a eso de las 4:30 de la tarde. Estaban de pie, en medio del camino, con las botas llenas de barro y los guantes de trabajo en las manos.Parecia que estuvieran esperando a alguien. Y asi era. Al poco volvieron los dos alemanes que se encargaron de su llegada. Llevaban unos papeles en la mano que les leyeron cuando se acercaron a ellos. Desde donde yo estaba no pude oir nada, ni ver de que papeles se trataba. Tan solo el viento me llevo el susurro de tres palabras en un ingles tosco: A los hornos.
Dios mio!, pense yo, a los hornos, tan pronto, recien llegados y ya se los llevan a los hornos.
Se dirigieron a la casa, camino de los hornos. P-22 y P-23 iban delante, cabizbajos, y los dos alemanes detras, a un metro de distancia. Vi como los cuatro penetraban en el interior de la casa, hasta que la puerta se cerraba de un portazo detras de ellos.
Yo seguia sentado cerca de mi tienda, en silencio, al abrigo de ese cielo gris que amenazaba lluvia, tratando de no pensar en nada.

Al cabo de media hora vi como la chimenea de los hornos empezaba a desprender humo, un humo casi incoloro, grasiento. Enseguida llego a mi olfato el olor a carne. Un olor inconfundible, ya familiar.
P-22 y P-23 preparaban la cena para todos nosotros. Tocaba pollo rustido con mantequilla.

martes, 17 de junio de 2008

Sin novedad en el frente.

Ayer llego nueva mercancia. La furgoneta que nos trae y nos lleva del rancho a Vancouver llego con mi amgio el lengua larga al volante. Al abrir la puerta de la furgoneta solo se le oia a el. Con el se fueron unos cuantos, algunos con los que llegue a tener casi una amistad. pero vinieron otros: Sinka, Klanda, Klair y otras chicas del monton. Asi que ya no soy el ultimo en llegar. A parte de eso, novedades pocas. Estos dias he ido haciendo trabajos diferentes: de pintor de brocha gorda a jardinero, de piromano de cajas de carton a reparador de una puerta destrudia la noche anterior por un oso, a unos 40 metros de nuestras tiendas. Estas ultimas gladioadoras que han llegado parece que tienen ganas de moverse, asi que voy con ellas a dar vueltas por el bosque o a pasear los perros de caza atados. Estos perros tienen una fuerza sobrehumana, te tiran de la cuerda hasta arrastrarte varios metros.

Manana es mi dia libre, asi que probablemente me vaya con la sueca, que tambien es su dia libre, al lago. Y poco mas. La vida aqui es monacal: silencio, contemplacion, trabajo, naturaleza, biorritmos sincronizados con los ritmos de la naturaleza, sueno placido, paseos de casi dos horas a caballo, mover cuatro veces al dia los pesados aspersores y sus enormes mangueras para mantener siempre verde la hierba... en fin, la vida en el campo. Alegria sosegada de la vida placentera.

jueves, 12 de junio de 2008

Memorias de Ultramar

He tenido dos dias de descanso. Aqui lo dias se hacen largos, no por que me aburra, sino porque se hacen muchas cosas al cabo del dia. Empiezo el dia a eso de las 6:45 y lo termino a las 22 mas o menos. Hace unos dias cogimos las bicis, los sprays para osos y el banador y nos fuimos a un lago a pocos kilometros del rancho. Alli nos banamos en un entorno, vuelvo a repetir, paradisiaco. Una barca pescaba en el rio mientras nos banabamos en esas aguas que sorprendentemente no estaban frias. Por la tarde fuimos en coche durante mas de hora y media en busca de grizzlys y osos negros por las montanas. No hubo suerte, solo vimos unos cuantos ciervos. Hoy lo cierto es que no he hecho nada. Me he tumbado a la bartola toda la manana leyendo, escribiendo y viendo alguna pelicula en el video de la cabana. Aqui de cine andan fatal. Nadie sabe nada, y el propietario al parecer tampoco. Tenemos una gran estanteria abarrotada de peliculas, pero casi ninguna digna de ver. Los titulos mas destacados son: Loca academia de policia 5, el doctor Dullyttle (o como se escriba), Joe Dirt,una de Bud Spencer y Terence Hill (Le llamaban Trinidad), Mi pequeno Pony, Ice Ventura, y demas perlas del septimo arte.
Pero alguna se salva. Por ejemplo ayer vi The Magnificent Seven, peli que nadie aqui habia visto y no sabian de que iba. Tambien he visto Full Metal Jacket de Kubrik, peli que tampoco nadie conocia. Estos alemanes no saben nada, si lo llego a saber me pongo El Pianista, que la tienen por aqui y que no la puse por no levantar ampollas, pero visto lo visto, igual no saben de que va eso de los nazis. Hoy ademas he visto unos videos que son obligatorios ver para todo aquel que reside en este rancho. Uno sobre lo que hay que hacer si te pilla un oso en medio del bosque, y otro sobre como cortar un arbol con sierra mecanica sin peligro de que el arbol te caiga encima.
Suerta que por la tarde me he dado una vuelta a caballo por las montanas que quedan detras del rancho. Hemos ido unas quince personas,por caminos estrechos por los que teniamos que ir apartando las ramas de los abetos para hacernos paso. Las vistas, como siempre, magnificas, o mejor aun. La excursion ha durado casi dos horas. Despues hemos vuelto a los establos, hemos desensillado a nuestros respectivos caballos, y les hemos dado de comer. Asi que despues de esto ya eran las diez de la noche, hora en la oscurece por aqui. Nos fuimos todos en tropel a la cocina, a tripear un poco antes de ir a la cama. Y es que a las diez ya han pasado cinco horas desde que cenamos. Aqui se desayuna a las 7,30h, se almuerza a las 12h y se cena a las 17h. La cena suele ser hipercalorica. La de ayer consistio en hambuerguesas con todo. Y cuando digo todo me refiero a todo lo que se le puedo meter a una hamburguesa entre panecillo y panecillo. Y por supuesto la hamburguesa no era de tamano normal, sino de las que te duele el brazo si la tienes mucho tiempo sosteniendola en alto. Uno de los que trabajan aqui se ha traido a sus dos hijos esta semana, dos gemelos de nueve anos. Tendriais que haber visto como comian los canallas.

El otro dia hicimos una hoguera, a unos diez metros de la casa. Despues cogimos una bolsa de marshmallows y, con una vara larga, las doramos en el fuego y nos las comimos. Era por la tarde, a eso de las siete o mas. Despues comenzo a llegar mas gente y se sentaron al rededor del fuego. El dueno de esto, al observar el retraimiento y timidez biologicos de los anglocabrones y demas barbaros que pueblan este rancho, obligo a contar una historia a cada uno de los alli presentes, para animar la cosa. Y asi pasamos la tarde, escuchando historietas y dandole una racion extra de azucar a muestros cuerpos con los marshmellows o como se diga, que para mi son las nubes que iba a comprar a la salida del colegio, las de toda la vida.

Pero sin duda lo mejor del lugar es el silencio. Me refiero al silencio humano, no el del entorno, que es evidente. Se imagina el espanolito de a pie - ese bulimico del lexico, ese asesino de silencios - unas personas que no tienen que pasar el dia hablando? Se imaginan vivir sin la presion constante de rellenar el primer espacio de silencio que se presenta entre dos personas? Si, ya oigo los ecos de mis compatriotas reverberando por las montanas de Chilcotin: que aburridos esos anglos! que sosainas esos germanos! Pues quedaos en vuestra tierra. Me chifla trabajar sin hablar y sin que me hablen, me excitar leer en un sofa rodeado de bocas cerradas, conozco el extasis de Santa Teresa al comer en la mesa con veite personas y que solo se rompa el silencio con algun inevitable "me pasas la ensalada, por favor?" o "me acercas el pan, por favor? gracias". Porque, eso si, escatiman en palabras, pero no cualquier palabra. El por favor, gracias, perdon, lo siento, son moneda habitual de cambio y (a diferencia de Espana) de curso legal. Aqui nadie te mira como si fueses tonto por pedir las cosas con delicadeza y educacion. Es, simplemente, lo normal. Asi que tenemos silencio, frio y naturaleza. Tres placeres imposibles en Barcelona. El primer placer te lo arrebatan las motos, el bar de la guarra, la chusma...El segundo te lo quita el microclima barcelones, mezcla de la diarrea diaria que sueltan los millones de tubos de escape y la humedad. Un clima nacionalista, o sea, pesado, onmipresente, irrespirable y agobiante. Y, bueno, el tercer placer, la naturaleza, es evidente, aunque me extrana no tenerlo en Barcelona, con ese gobierno de izquierdas y ecologista megaverde y bicicletil de andar por casa. Oh, silencio! Mi unica droga, mi droga sagrada! Droga mas perseguida que la cocaina o la heroina en mi pais. Prohibido consumirla en espacios publicos, bajo pena de rechazo social. Droga erradicada de todo bar o restaurante, tanto en la zona de fumadores como en la de no fumadores. Esta si que es una droga de ricos, cara y dificil de conseguir. Pero aqui, igual que el peyote mas al sur y la coca mas al sur aun, crece mi droga en cada esquina, en cada arbol, en cada prado.
Pues eso, que de momento me quedo en Chilcotin, y bien agusto.

martes, 10 de junio de 2008

El legado del Imperio Espanol: De como conoci a una filipina que hablaba tagalo.

La del alba seria cuando el relinche de un caballo perturbo mi placido sueno. Pastaba en la puerta de mi tienda, me levante de la cama y me acerque a el. Equino - le dije -, como osas despertarme a tan temprana hora, si ni los pajaros saludan con su canto a la inflamada aurora? Sal de aqui, te lo ordeno, o te dejare tres dias sin paja ni heno. Al parecer el animal no entendia de florituras en lengua hispana, y se limito a mirarme de reojo, con absoluta indiferencia, y siguio rumiando. Yo me dirigi a la cabana, me preparaba para otro dia en la cocina, de modo que me fui al aseo, me lave la cara, y me fui a la cocina.
Alli estaban todos; listos para engullir el copioso y calorico desayuno americano, aderezado, para colmo, por la mano del chef aleman. Entre tanto ojo teutonico, melena dorada desde la raiz, espaldas de gladiador y gladiadora y pieles de color porcino-ario, destacaba la fina y menuda figura de una chica con evidentes rasgos asiaticos. Asiatica por sus rasgos, si, y asiatica por su silencio.
Guer ar llu from? le pregunto. Filipins, me responde con la educada sonrisa oriental.
Ah, Filipinas. - dije yo como cualquier senor Kovacs. And guat is llor neim? Pongamos que se llamaba Jennifer Lola, porque no recuerdo el nombre de casi nadie. Entonces le pregunte si sabia algo de espanol, y ella me dijo que no, que ni una palabra. Caspita! dije para mis adentros, y que ha sido del legado espanol? Guat is llor lenguich? le pregunto. Me dijo que su lengua materna es el tagalo. Tagalo is full of spanish words. - le dije.
Oh, rili?
Yes.
La pobre se quedo un poco desconcertada, y le explique que Filipinas fue una colonia espanola y que su lengua estaba formada por palabras espanolas, palabras que se refieren a objetos y conceptos que no existian en Filipinas antes de la llegada de mis compatriotas. Se quedo sorprendida, o pensativa, o quiza ya sabia todo esto, una cara asiatica no se descifra asi como asi. El caso es que se quedo en silencio mientras e miraba.
- Zapato! - grite mirandole a los ojos.
- Oh, zapato! zapato! zapato!zapato,yes!
- Cuchara! - continue.
- Oh, cuchara, oh
- Armario, sarten, tenedor, ventana, puerta!
- OOOh!! Yes, yes, de seim!
Asi seguimos durante un rato con nuestro intercambio cultural, que nos enriquecio, hasta que agotamos casi todos los objetos que nos rodeaban en la cocina. Una palabra llevaba a la otra. Hasta que al final, por alguna razon inexplicable, llegamos a la palabra puta. Y si, esta tambien era otra perla del legado espanol.
- Puta! - le grite. Ella sabia que no se lo decia a ella, sino que era nuestra forma de afianzar una amistad que crecia palabra por palabra.
- Oh, put...oh..! - Se reia con la mano en la boca, incapaz de reproducir la palabra, porque ella era una senorita y todo eso. Pero al final, tras mucho decirle puta, se solto, y lo dijo.
- Puta!
- Muy bien! - le dije yo premiando su comportamiento. Ella parecia muy satisfecha por la catarsis provocada. Sabia que estaba diciendo una palabra fea, prohibida, pero que nadie mas que yo sabia su significado. Eso la relajaba. Senti que "puta" creaba un puente solido entre ella y yo, "puta" era nuestro delito comun. Puta trascendia todas nuestras diferencias culturales, raciales y sexuales.
Y despues, al igual que cualquier chica que se deja llevar por la lujuria la primera noche y luego se arrepiente de lo hecho, me recordo: Bat ai am a gud guel.
- Of curs, ai nou ai nou! - le dije yo con la socarroneria que solo los que me conocen reconocen.
Despues llego un frances, y dijo: puta, dis is prostitut in spanish. Y ella enrojecio.

Los franceses siempre han ansiado nuestras colonias. Yo llevaba un par de naranjas en la mano, asi que me aleje del frances, por lo que pudiera pasar...

lunes, 9 de junio de 2008

Casualidad.

No voy a perder el tiempo describiendo el rancho y su entorno. Se de sobras que a nadie le importa el paisaje, la naturaleza, la variedad de formas de vida y todos esos intereses que me separan de la mayoria de la gente. De modo que aqui estoy, en un rancho, americano, rodeado de bosques y montanas y de unas vistas que superan todas mis expectativas. Y ahora, a otra cosa.
Despues de hacer una tarta de chocolate, pelar y cortar frutas, lavar cantidades industriales de platos y preparar sandwitches para trenta y tantos comensales, salgo de la cocina cuando el relog marca el fin de mi jornada; las dos en punto. Acto seguido me pego una ducha en la casita de madera que tenemos en el rancho para uso exclusivo nuestro. Despues, me dedico a lo mio, a la placentera lectura en un banco de madera ante un paisaje de belleza inenarrable. La lectura escogida debia de estar a la altura de las circunstancias, asi que escojo a Chateaubriand. Y...!Oh! !Sorpresa! Leo en las primeras paginas de introduccion a sus obras "Atala" y "Rene" el siguiente pasaje sobre su vida: "En abril de 1791 Chateaubriand, aconsejado por Malesherbes, pariente de su hermano, se embarca para America. Nuestro autor es en aquella epoca un joven rousseauniano que suena con escribir la epopeya del hombre enfrentado a la Naturaleza, y nada le parece mejor que ir a buscar inspiracion entre los pueblos indigenas del Nuevo Continente. Es indudable que el viaje tuvo una influencia decisiva en Chateaubriand; a su regreso no era el mismo hombre: vuelve con la cabeza llena de recuerdos, de ideas, de imagenes que iran madurando y que se convertiran en Los Natchez, epopeya de la que tenian que formar parte Atala y Rene. Atala fue escrita fuera de Francia, o, en todo caso, inmediatamente despues de su regreso, si no enteramente, por lo menos algunos fragmentos, puesto que, al llegar a Paris, a finales de 1791 despues de pasar unos seis meses en America, leyo esos fragmentos a Malesherbes."

Estoy en un territorio repleto de osos negros, grizzlys y lobos, y lo primero que me acecha es la casualidad.
Salgo del hotel temprano, a las 6:45. En la puerta me espera un mastodonte de metro ochenta y cinco que debe rozar los sesenta. Aqui, como dije, esta hecho todo a lo grande, asi que imagino que puestas a parir, las madres tambien paren a lo grande. El hombre es el conductor de la furgoneta que nos lleva - a mi y a una pareja de alemanes - al rancho. Es el americano de todas las peliculas: grande, gordo, con gafas de poli y camisa a cuadros. Imposible que se calle. Al principio cae simpatico, pero tras seis horas de interminable monologo, consigue dormir a la alemana, aburrir al aleman y cabrearme a mi. Pero valio la pena. Durante todo el trayecto por unas carreteras casi desiertas y secundarias, el paisaje estremecia. Es la primera vez que veo montanas tan elevadas y rios tan caudalosos. Muchas montanas son escarpadas y suben casi en absoluta verticalidad hasta el cielo. Parecen paredes de maciza roca negra que tapian gran parte del recorrido por carretera. El conductor sigue con su chachara. Quiza a mi se me haga mas insoportable porque no entiendo casi nada. Verdaderamente es necesario ir a un pais anglosajon para darte cuenta de que tu ingles es una autentica basura. Pero aun asi puedo ir pillando algo de lo que suelta su descontrolada boca: Aqui vi un lobo el ano pasado, justo al lado de este rio. Alli me cruce con un oso hace ano y medio. En aquella cuerva vi a un oso con un salmon en la boca. Asi se paso largo rato al ver que el tema de animales salvajes nos separaba los parpados.
La excursion duro seis horas. Y Chilcotin estaba en uno de los enclaves mas salvajes del lugar ya de por si salvaje.

sábado, 7 de junio de 2008

Volando voy.

al menos soy el primero en algo. Me dicen los lugarenos de estas lejanas tierras que nunca antes habian visto a un espanol - y el portatil en el que escribo tampoco, como observara el lector -, y en el rancho todavia menos. Asi que no tengo mas remedio que cargar con el honor.
Hasta hy la cosa va bien. En cuatro dias puedo decir que he visto mundo. Vole en eliptica. Desde Dusseldorf fuimos hasta las islas escocesas, despues sobrevolamos Islandia, encapotada en invisible desde el avion. Me desayune unos raviolis sobre Groenlandia, formada de montanas de roca negra y afilada envueltas de abundante nieve. Los rios eran enormes y estaban completamente helados. Hay un momento en el que, mirando atras por la ventanilla del avon, puedes ver la costa occidental de Groenlandia, y justo delante la costa oriental de Canada, formada de placas de hielo inmensas fragmentadas en mil pedazos, como un cristal roto sobre una superficie dura. Durante horas el paisaje canadiense se compene de hilo, nieve y nubes, y...
Lo siento, se me acaba el tiempo, la chica se impacienta, le tengo que devolver el ordenador. Volvere a escribir en cuanto pueda.

lunes, 2 de junio de 2008

Adiós, realidad.

Sigue la cuenta atrás. Día dos de junio, restan dos días para el despegue. Por fin me despido de La Caixa y me voy al Atlántico. No, no piensen mal, no crean que me traslado de banco, semejante idea luciferina sólo se le ocurre a un loco o a un ser con el alma entumecida. Vade retro. Me voy a cruzar el charco, como se dice. A tierras lejanas e inhóspitas, allá donde no huela a funcionario ni a corbata de ocho a tres. Me voy a Canadá, a la Columbia británica, lugar con la misma extensión que España pero con una considerable diferencia en cuento al número de cabezas de ganado: allí son sólo cuatro millones de habitantes. ¿Se imaginan? Buen lugar para perderse para los que pensamos, como Sartre, que el infierno son los demás. Me he pasado más de dos meses en un trabajo en el que no abundaba el diálogo con mis compañeros, un trabajo repetitivo y monótono pero que al parecer todo el mundo desea, un trabajo en el que pagan bien y básicamente lo único que haces durante todo el días es meter y sacar, meter y sacar. No, no vuelvan a pensar mal, no estoy en ese tipo de negocio… Trabajo en un banco, y meter y sacar dinero en una máquina es mi oficio, ríanse de Sísifo…
Se acabaron los malos olores de los clientes que vienen sin ducharse desde hace días, se acabaron los malos humores de mis compañeros de galera, se acabó la monotonía y se acabó mi homenaje personal a El Día de la Marmota.
Por fin América. Por algo la llamarían la tierra de la libertad. No sé la de otros, pero la mía, sin duda, lo es. El Gran Norte, bien lejos de casi todo excepto de lo esencial: el silencio, el bosque y el aire puro. Tan lejos como Chilcotin, mi Ponderosa particular. Tan perdido que nadie sabría situarlo en un mapa a pesar de ser unas enormes montañas con nieves casi perpetuas. Chilcotin no aparece entre las preguntas del Tribial, ni es un sitio estratégico en el Risk. Me parece un lugar casi imaginario, irreal, de esos por los que sólo se llega cayendo hasta el fondo de la madriguera de un conejo que habla. Adiós, realidad.

domingo, 1 de junio de 2008

Diez horas

Empieza la cuenta atrás. Día uno de junio, restan tres días para cruzar por primera vez el Atlántico. Diez horas de vuelo donde no se pondrá el sol, diez horas sobre una inmensa masa de agua oscura que desaparece con la curvatura de la Tierra. Allí estaré yo, mirando por la ventanilla, soltando algún pensamiento cada cuarenta kilómetros, o pasando la página de un libro cada cien, cabeceando en mi silla supersónica. Me pregunto qué pensaré cuando esté allí, rumbo a no se sabe exactamente dónde, sobre las profundidades marinas, al vuelo metálico de un fondo abisal en medio de la nada, bajo un cielo que tiene sus nubes bajo mis pies, desnudado por el ingenio del hombre. Supongo que repasaré la guía de Canadá, comeré algún insípido bocadillo gentileza de la línea, me reiré de la cara de algún pasajero cuando pasemos por alguna turbulencia, y todo eso. Después haré una cosa que, por alguna extraña razón, me parece muy divertida. Mear en un avión. Me dirigiré al servicio y mearé todo lo que pueda. Mearé a cientos de kilómetros por hora, sobre nubes, peces, tiburones y alguna que otra base extraterrestre subacuática de esas que hay diseminadas por ahí. Luego me dormiré aunque no quiera, y cada vez que me despierte miraré por la ventanilla para ver si ya se avista tierra, o para ver si hay alguna islita emperejilada sin cartografiar a la que pueda bautizar con mi nombre y mi pipí. Me imaginaré a las tres carabelas en miniatura en medio de toda aquella vastedad, y resonarán ecos de epopeya en mis oídos, y me creeré un aventurero, un héroe émulo de Colón y su aguerrida tripulación, y...Después recordaré que en el avión no hay riesgo de escorbuto, ni hay ratas, ni se pasa hambre ni sed, y que hay aire acondicionado y mi compañero huele bien, y que mi mayor preocupación es la manchita de mayonesa que ha caído en el pantalón. Y al despertar, estaré sobrevolando Canadá, temiéndome que los de inmigración puedan conseguir conmigo lo que no consiguieron todas las tribus salvajes con el primer europeo, el capitán Narváez, que pisó esas tierras: mandarme de vuelta a casa sin honor, ni gloria, ni tierras ni mujeres conquistadas.