viernes, 4 de julio de 2008

Un justo en Sodoma.

Abandono Vancouver despues de haber pasado unos dias divertidos, pero harto de la vida en la gran urbe. La ultima tarde que pase con los dos madrilenhos me regalaron un paseito por los peores barrios de esta cochina ciudad. Los senhores querian comprar marihuana, y un fumeta del albergue les dijo donde podian conseguirla. De modo que, por enesima vez en mi breve vida, experimente en mis carnes la familiar situacion en la que uno no tiene mas remedio que decirse: en efecto, el infierno son los demas. Toda Vancouver es una legion de vagabundos, pero en algunos barrios parece que los fabrican en serie. Pues alli me llevaron, los muy cabrones, a la factoria homeless a pleno rendimiento. No muy lejos del centro, el viajero se encuentra con un zoologico compuesto de seres protohumanos. Vagabundos de toda indole transitan por alli. Unos con carritos de supermercado llenos de chatarra, otros con emormes bolsas de basura llenas de latas y cartones, otros tienen suficiente con arrastrar el peso de la mierda que tienen adherida a perpetuidad bajo sus unhas y barbas. En cuanto miras a uno a los ojos, te saltan con la frase de bienvenida: marihuana, cocaine, mushrooms?

- Yo os espero en el centro, en Pender Street con Seymour.-les digo al adentrarnos en una de esas ratoneras.
- Pero que dices, tio, si aqui no pasa na. - dicen. La calle, en la que no pasaba na, estaba atestada de basura, tanto humana como inorganica. Hombres tirados en el suelo, sucios, entre bolsas de plastico y colillas, tatuados hasta el escroto.
- Soy catalan y llevo mas de 1000 dolares en el bolsillo. No asumo el riesgo.-sentencie. Y nuestros caminos se bifurcaron.

A los veinte minutos aparecen en Pender.

- Tio,-me dice Daniel-si llegas a venir te cagas. Hemos seguido al notas del parque y nos ha llevao a un edificio en ruinas, lleno de vagabundos. Nos ha llevao al tercer piso por las escaleras. Si ves la porteria te cagas. Y yo en chanclas, acojonao por si pisaba una jeringuilla. Y se abre una ventanilla de cristal y aparece una china, la tia, toda colocada, con una peste a porro que flipas. Y nos da la bolsita con la maria.
- Yo, la verdad, hubo un momento que me acojone. Joder, que chungo era aquello.-me dice.
- Si, yo pense: ya veras que cuando salgamos nos vienen todos los drogatas a robarnos.-dice Jose.
- Asi que he acertado no yendo, eh?-les digo.
- Si, pero, eh, que yo he estao en sitios mas chungos, eh, que esto no es na.
La chuleria castiza, por supuesto, no podia faltar. Y el resto de la historia carece de interes.

Amanece un nuevo dia, y yo me voy en bus a la isla Vancouver, a Victoria. Tras una hora de bus, este llega al mar y se mete dentro de un ferry de dimensiones respetables. Al sali del bus, aparcado en la barriga del barco, subimos todos los pasajeros al primer piso. Las vistas en esta travesia de hora y media son magnificas. Pasamos a escasos metros de islas virgenes donde solo hay frondosos bosques de abetos y playas deserticas. Hay multitud de islas. Yo paso un buen rato paseando por el barco, viendolo todo, hasta que al final me canso y decido sentarme en cubierta, en unos sofas que hay al lado de los amplios ventanales.

- Perdon, ahi estabamos nosotras.-me dice una voz femenina cuando no llevo ni cinco minutos sentado en mi sillon. Me giro, y las veo. Dos indias aborigenes de treinta y largos, horrorosamente feas, extremadamente gordas, peor vestidas, con un gran refresco en unas manos que parecen pies, michelines hasta en los parpados.
- Oh, perdonen.-les digo- Me voy a otra parte.
- Oh, no, puedes sentarte ahi.-me senhala el sillon contiguo. Yo le hago caso. Voy a abrir mi libro de Tolstoi cuando...
- De donde eres?-me pregunta la mas gorda, sentada a mi lado.
- De Espanha.
- Oh, Espanha. Yo quiero ir alli solo para encontrar un hombre.-se rien las dos.
- Je, je.-les digo. Hago ver que leo.
- Como te llamas?
- Luis.
-Como?
- Luis.
- Bonito nombre, Luis. Yo me llamo Aley.
-Como?
- Aley.
- Ah, ok. Encantado.-vuelvo a abrir el libro.
- Te puedo hacer una foto, Luis?
- A mi?
- Si, a ti.- Con la mirada que me echaba ya me olia lo peor. Su tecnica no dejaba resquicio a la duda. Inmortaliza una sonrisa, la mas falsa y forzada que consigo.
- Wow! What a handsome guy!-dice admirando su trofeo.
- Thank you, thank you.
- Y que haces en Canada?- La foca empezaba a adelgazar, hasta convertirse en una mosca cojonera. Le cuento toda la pelicula.
- Y que ha dicho tu novia cuando le dijiste que te ibas? Porque tu, es evidente, debes de tener novia.-sonrisita y ojos picaruelos, me pone la lagarta. Esta orca asesina habia aprendido a ligar viendo el diario de Patricia.
- Me dejo venir con la condicion de que me casaria con ella a la vuelta.-le digo. Pero esto no fue suficiente para repeler el ataque de semejante monstruo, acostumbrado a batallar por llevarse algo a la boca.
Y siguio, y siguio dandole a la lengua, y yo, sin escucharla, miraba como le colgaban sus enormes tetas, imagimando que un pezon se colaba en el ombligo y, con un efecto ventosa eterno, le obliga a caminar jorobada el resto de su vida.
Pero en esas que pasamos al lado de una isla muy bonita.

- Uy, voy a hacer una foto a eso.-me dice levantandose y llevandose a su amiga.
Esta es la mia, me digo. Me levanto corriendo, cojo mi mochila y desaparezco como alma que se la lleva el diablo. No la volvi a ver mas.

Siguiente aventura homerica: el albergue. La fauna que se da cita en los albergues es para llenar diez libros de criptozoologia. Crestas de mohicano, rastas jamaicanas, barbas de zar ruso, cerebros jibarizados, tatuajes de presidio, modales de taberna vikinga, asiaticos que parecen sordo-mudos...en fin, cochambre humana en todas sus manifestaciones posibles e imaginables.

- Room 45A. Cojo la llave y peregrino por las tripas de aquel averno.
El dibujo que decora mi habitacion no podia ser otro. El asesino latinoamericano mas famoso de la Historia: Ernesto Guevara. Contuve mi ira. Intente convencerme, como hacen los idiotas, de que en la Historia, la intencion es lo unico que cuenta. Pero semejante mentira se me atraganto en el cerebro.
Comparto habitacion con un canadiense de unos cuarenta anhos, pescador, que no se que hace aqui, y que huele mal. Con un suizo de cuarenta largos, su cara me dice que en su vida jamas paso nada. Un japones que no habla, con eso esta dicho todo. Y una chica que responde al nombre de Sophie cuando la llamas. Resta una cama vacia. Se apiadara Dios y me dara alguien interesante? Rezaremos mientras tanto.

Visto el plan, me bajo al salon. "Esta noche concierto en vivo", reza un cartel de colores progres. Bueno, habra que verlo, me digo. Paso el dia viendo Victoria, ciudad muy bonita, al mas puro estilo britanico, multitud de parques y flores, un puerto interior fabuloso, y todos esos detalles que aburren a cualquiera que me lea. Este no es un blog naturalista, sino impresionista.

A la noche vuelvo al cuartel, con un McMierda en una bolsa como unica cena. Mi intencion es comermela mientras disfruto del concierto. Me siento y empieza el concierto. Se acerca un melenudo con barbita de tres dias, muy progre el, con su guitarra electrica. Se sube al escenario. Yo, ansioso por escuchar al maestro.
La primera vez que fui a un concierto tenia yo 16 anhos. Fue en el pueblo de mi padre, en Cordoba, en la tipica feria de cervecita va cervecita viene, y en medio, un poco de ruido y olor a sobaco y tabaco. Lo de siempre, vamos. Me enganharon para ir a ver a Rosario Flores, y lo pase tan mal que todavia lo recuerdo. Pues bien, lo que experimente en el concierto del albergue fue esa misma sensacion elevada a la enesima potencia. Aquello eran gritos de Satanas. Vozarron ronco y notas desafinadas invadian aquella sala a un volumen ensordecedor.
Hijo de puta, pense, hijo de la grandisima puta.

Me fui de aquel aquelarre masticando odio. Subi las escaleras tan deprisa como pude, huyendo de aquella garganta rasgada que amenazaba con engullir hasta el ultimo pedazo de bendito silencio de aquel edificio maldito.
Llegue a mi habitacion, abri la puerta atropelladamente y me meti dentro. Por fin en silencio. Al parecer, la puerta estaba rociada con agua bendita y el Mal no llegaba a traspasarla.

- Hello, how are you?- Un chico alto y moreno esta sentado sin camiseta en la unica silla de la habitacion, en el centro.
- Hello. Fine, thank you. I'm Luis, and you?-le digo.
- Tu...hablas espanhol...- me dice no muy seguro de sus palabras.
- Pues si.- le digo sonriendo.
- Ah, ya me lo paresia. Que padre, pues!
- De Mexico?
- Si, de D.F. Me llamo Dov.
- Como?
- Dov. De, o, be chica.

Con Dov pase un buen rato hablando. Dios escucho mis suplicas y me envio una persona normal. Dov, nombre rarisimo...y "dove", en ingles, significa "paloma". Toda una senhal del cielo, no creen? Era un chico mas o menos de mi edad, educado y de buen aspecto. Lo cierto es que eran un guaperas, se daba un aire a Fran Rivera.

- Es tuyo este libro? - me dice. Vio el libro de Hermann Hesse que estoy leyendo ahora, The Journey to the East (Viaje a Oriente).
- Si. Lo acabo de empezar.
- Que padre, guey. Me gusta Hesse. Has leido Siddharta? - me pregunta. Le dije que no. Y de ahi, inevitablemente, se enlazo un tema con otro hasta acabar hablando de sus cursos de meditacion Vipassana que ha hecho en Canada. Retiro de diez dias, cerca de Vancouver, lugar que, por lo que me dice, parece serio, donde se paga la voluntad. Confio en su palabra, este no parece nada tonto. Me dio la direccion, asi que es muy probable que pronto escriba una cronica desde alli, mientras expando mi conciencia. Este chaval ha recorrido medio mundo. Dice que medita dos horas al dia desde hace mucho tiempo. Dov esta en otro fulcro. Fue a la India y estuvo en el centro de meditacion del famoso Osho. Y lo mejor de todo, como digo, es que no era un payaso ni un cantamanahas. Vive Dios! Aunque, Dios, una cosa Te pido, ya poniendonos tiquismiquis: cambia de vez en cuando el sexo de la gente que me envias.

- Oye, guey, te vienes conmigo a un bar musical con una chavita muy linda que he conosido hoy y que trabaja alli?
- Gracias pero no, estoy cansado.-le respondo. Que iba a hacer yo entre chavitas lindas con Fran Rivera? Yo, que a su lado parecia su hermano menor, o sea, Paquirrin. Nos despedimos. Yo no estaba cansado, queria silencio. Me quedo solo y llega el suizo. Cojo a Hesse y me lo llevo conmigo, en busca de la paz de espiritu. Pero, donde? En este maldito antro el ruido es omnipresente. Entonces se me ocurre la mejor idea del dia. Me voy al lavabo comunitario que hay al otro lado del pasillo, me cierro con cerrojo, me tumbo en la banhera y abro el libro de Hesse. La noche la paso alli, en la banhera, fresco, en silencio, absorto en la lectura, en esos cuatro metros cuadrados de paz infinita.

Al dia siguiente me levanto de la cama casi feliz. Me ducho, me visto y bajo las escaleras. En el mismo sitio de ayer veo otro cartel: Esta noche concierto, decia, y en letra pequenha: Show must go on.

Hijos de puta, pense, hijos de la grandisima puta.

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